MAS HISTORIAS ;/

Por algo pasan las cosas

Aún te amo.
Conocí a un chico en la secundaria, cuando lo vi en ese momento me sentí nerviosa, aunque es menor que yo por tres años mis amigas me decían que no, que era un mujeriego, que es muy niño para mí , pero yo no les hacía caso, me gustaba mucho, para mí era el chico perfecto.
Así pasaron los días y años, yo seguía enamorada de él, bueno sólo pasó un año. Un día había un aniversario en aquel lugar, y de hecho tenía una amiga en común pero que un día nos presentó, y ese día mi amiga le había prestado un MP3 y mi amiga me dijo que le pidiera y me acerqué, yo estaba muy nerviosa pero lo hice y hablamos por un momento, luego él me dio el Mp3 y me retiré del lugar.
Así pasaron los días hasta que llegó Navidad y una amiga que andaba de novia con su amigo  me dijo que la acompañara a ver a su novio y le hice caso, no sé, fue casualidad o sabía que allí estaría él, mi amiga se encontró con su novio y yo me quedé con él, estuvimos hablando y me preguntó que si tenía enamorado, le dije que no, yo también le pregunté, él también me dijo que no, fue entonces cuando me dijo si me gustaría ser mi enamorada y le dije que sí, muy despacito, y nos besamos, no puedo olvidar esa sensación hasta hoy, y luego regresaron mi amiga y su enamorado que estaban a la vuelta del mercado y nos regresamos al parque.
Yo estaba feliz no sé si él, solo me dijo que no le dijera  a nadie de nuestra relación  Así fue pero solo por dos días, mi amiga se moría por saber qué pasó esa noche y pues terminé contándole y luego paraba sólo fastidiándose, no me acuerdo qué tiempo estuvimos así pero la pasamos lindo cada vez que nos veíamos.
Un día un amigo de mi amiga me llevó a pasear en su moto lineal fue entonces que él me vio y se molestó conmigo, me termino porque pensó que entre él y yo había pasado algo pero lo que no sabía es que yo lo amaba con todo mi corazón  y no haría tal bobada, además ese chico estaba enamorado de mi amiga.
Sufrí mucho, le escribí un montón de mensajes que quería hablar con él pero no me contestó, así pasaron dos meses sin hablarnos claro que lo veía que pasaba con sus amigas y amigos yo no le decía nada, sólo me ponía triste al saber que ya no le interesaba.
Un día nos encontramos y decidimos regresar, yo aún lo amaba aunque me dijeron que había estado con otra chica, pero igual regresamos. Así estuvimos un tiempo y para nosotros era ya como una costumbre que terminábamos pero  siempre que nos encontrábamos no soportaba las ganas de tenerlo cerca y poder besarlo, así que hasta lo iba a ver a su casa pero algo que me partió el corazón fue cuando una vez me enteré que se había besado con mi amiga, mi mejor amiga, de hecho yo no estaba de enamorada de él pero me dolió tanto saber eso, me puse tan mal, pero a mi amiga no le dije nada, estaba con la cara de hipócrita pero por dentro me moría de rabia, pero después ya se me pasó, en fin, era mi amiga.
Pasó mucho tiempo  yo estuve con otro chico, decía quererme mucho, yo lo quería también pero aún no podía olvidarle. Un día me llevó en su moto su amigo, iba manejando era moto taxi él y yo íbamos de pasajeros, para entonces yo tenía enamorado pero no soportaba las ganas de besarle porque lo tenía tan cerca, de hecho él intentó besarme pero yo le dije que no, aunque me quedé con las ganas mi enamorado no se merecía que le haga eso, pero después mi enamorado se fue  y terminamos porque estaba lejos así que estuve un tiempo sin nadie, estaba sola, estaba trabajando porque ya terminé mi secundaria.
A veces cuando salíamos juntos con mis amigos y todo siempre pasaba algo, nos besábamos era algo que nunca terminaba entre nosotros, no éramos enamorados pero yo le era fiel, él decía que tampoco tenía enamorada y así pasaron los días y yo decidí viajar porque tenía que estudiar superior fue entonces la última noche que nos pudimos ver, nos juntamos en la casa de mi amiga y jugamos la botella borracha, amigos y amigas, fue una noche maravillosa, la pasamos súper lindo, nos besamos con tanta pasión y un amor puro que se siente cuando estás enamorada de niña, le dije que me iba pero que algún día volvería, él me dijo ya el destino lo dirá, y su frase favorita que siempre solía decir era: “por algo pasan las cosas”. Mi amiga lloraba  y yo también, ella era como mi hermana para mí y separarme de ella fue muy doloroso y así se pasaron las horas y ya tenían que irse, ya era muy noche .
Así que al día siguiente salí de mi casa con rumbo a estudiar, me sentía triste por todo lo que dejaba y aún lo seguía amando.
Pasaron los años y aunque tuve otro enamorado en el centro de estudios yo aún lo recordaba y lo seguía queriendo, de hecho nos hablamos mucho por el Facebook, pero ya no era igual,
Con su papá nos hablamos mucho, él sabía que yo lo quería, que estaba enamorada de él, me decía que le gustaba nuestra relación, que le gustaría que estuviésemos juntos, no sé si creerle o sólo me mentía pero él había sido mi profesor en la secundaria, le tenía confianza por eso le conté lo que pasaba, pero por otro lado estábamos lejos y a veces no funciona, su papá me decía cuando hay amor todo se puede y así hablamos de muchas cosas, a veces me hacía llorar, me decía que él le contaba que me quería pero que estábamos lejos.
Han pasado tres años y yo sigo enamorada de él, pero ya tiene enamorada, yo no lo sabía pero un día vi unas publicaciones en el Facebook, con su enamorada y se decían que se amaban. En ese momento mi corazón se hizo pedazos, me puse a llorar y me quedé dormida de tanto llorar. Al día siguiente decidí hablarle pero ya sólo como amiga hasta le aconsejé porque tenía problema con su enamorada, me hacía la fuerte aunque me rompía el corazón que estuviera con otra pero por otro lado quería que fuera feliz, y así se le veía, así que ya no quería decirle que aún  lo amo, poco a poco ya no le hablo así me voy alejando de él pero me dice que “por algo pasan las cosas” y que algún día nos volveremos a ver, no sé qué me depara el destino, sólo sé que nunca lo podré olvidar.

HISTORIA ;)

Resaca del alma

¿Qué es lo que escribo?
El regalo que le hace falta al alma es un lápiz, papel y no pensar en nada para que lo que escribas sea el relato de un niño con la inocencia para no mentirse a uno mismo. Os dejo el regalo que me acaba de otorgar la mía.
De nuevo aquí nos encontramos otra vez, una resaca más de esa cosa que tengo dentro que me recuerda a mi querida madre, aguanta, aguanta hasta… que revienta, y revienta así con un vómito de melancolías, hechos, sucesos, momentos y suspiros que no son como quisiera, esa cosita que me habla por dentro pero que estas cosas actúan como una pequeña droga que otorga silencio a sus quejas para poder dormir en una cama de agujas.
¿Por qué te gusta el olvido? ¿Seguro que te gusta o sólo lo ocultas? La reflexión interna es dudosa pero clara, difícil pero sencilla. Dudosa en querer ver todas opciones tenidas y por tener o teniéndolas sin ser como las tenidas. Un mar, más que un mar una ciénaga de lodo de miradas cohibidas, promesas temblorosas, juramentos de dedos cruzados, o simplemente sonrisas artificiales, pero ese lodo es solo de malos pasos hacia adelante si no de malos pasos hacia atrás, desprestigiar un te quiero que sale del mismo corazón sin cuerdas vocales porque esos te quieros no se escuchan se sienten con una mirada, un contacto directo, un pensamiento o el más efímero recuerdo que hace que sin brisas mis bellos hagan rogar al cielo un ¿por qué todo esto? ¿Qué soy, qué quiero o qué hacer?
Sencillamente mi cabeza pide a voces agarrarme a la fortaleza de aquella rama que agarre aquella ocasión para liberarme del pesar de esos pasos atrás para salir, intentar no estar atrapado, pero lo peor que iba mirando hacia otro lado manchado de ese barro que sin querer darle importancia, lucia como si fuera la misma piel de ella rozándome de nuevo, esa seguridad que proporciona una divinidad al estar omnipresente por todo esto, rompí queriendo esa rama, y volví a caer pero pese a la buena sensación aprendí que si tanto la quería lo mejor era dejarla escapar, volar fuera de unas redes de amor dudosas.
Y de esos pasos hacia adelante… perfecta en las ocasiones buenas, irreconocible en aquellas regulares, tambalear en una cuerda donde era siempre tensión por caerse pero el mísero momento  que obtenía una mínima posibilidad de equilibrio era como la misma gloria. Pero el barro que hay es toda la experiencia, y cada gesto, cada conexión, o cada tono de palabra no apropiado vertía un poco más de esa sustancia que me hacía llegar al cuello, al borde del sí o del no… y la pregunta es ¿qué hacer?
Puede haber distintas respuestas, puedo pensar en un … ¿y por que no? Vamos a darlo todo. Claro puede ser fácil pero… ¿durante cuánto tiempo? ¿Vivir en un término medio? No señor, no se puede vivir hiriéndote.
Otra respuesta sería… ¿recupero esos pasos? Bah, eso es mejor ni pensarlo, lo mucho que la aprecio me impediría retroceder sus costosos pasos hacia adelante, y aunque lo intentara, muchas piedras tendría que esquivar las cuales no son precisamente pequeñas.
Mmmm y por qué no me agarro a esa rama de fortaleza sin mirar atrás, cojo un camino nuevo, solo pero aunque no lo os lo creáis existe en esos caminos unos cruces inesperados que nos hacen pensar: pues si tú vas para el mismo sitio… ¿por qué no nos acompañamos y vemos lo que pasa?
Sinceramente hoy es un día que no son mis dedos los que se deslizan por las rectangulares teclas si no es mi alma, mi auténtico yo, el que calla, calla, y no puede más, y os deja este texto lleno de metáforas o “idas” de mente, que sólo intenta que veáis lo que se pasa por una cabeza así que hasta el más tímido en ocasiones así son capaces de gastarse las yemas de los dedos, porque cada persona es un mundo en el que se vive diferente.
Hoy día 20 de junio de 2014 mi alma se ha destapado  para volcar esa resaca de mente cargada por el elixir de malas bodegas o buenos licores mal bebidos. Mañana quizás estoy nadando en la ciénaga con una sonrisa mientras me hundo o… busco nuevos cruces afortunados.
“Nunca quieras recuperar el tiempo perdido, porque el tiempo no se recupera, mejor recupera tiempo mal empleado”

EN ESTA VIDA NO TODO ES LO QUE PARECE HISTORIAS :/

No todo es lo que parece

Eso fue amor…
Todo empezó en enero de este año (2014) pero para que entiendan tenemos que retroceder un poquito hasta 2013 .
Fue en noviembre de 2013 que yo hablaba con un chico que se llamaba Gonzalo, hablábamos todos los días, éramos sólo dos amigos, los dos sabíamos que nunca estaríamos juntos, pero yo a él le parecía linda y él a mí me parecía divino.
Hablando le pregunté dónde era que vivía y me dijo que en ———–, resulta que vivía a dos cuadras de mi casa enfrente al almacén que iba todos los días a comprar.
El 31 de diciembre fui a comprar con mi padre (como todos los días) entonces en una miro para mi izquierda y estaba él, se llamaba Marcos, estaba sentado en un escalón hablando con uno de sus amigos. Enseguida que yo salí del almacén me fui a fijar al Facebook si lo tenia como amigo resultaba ser el primo de Gonzalo, entonces yo le empecé a hablar . Cada día que pasaba hablaba más con Marcos que con Gonzalo, era muy distinto hablar con Marcos, él me entendía, siempre me daba buenos consejos y cuando estaba mal siempre estaba ahí para apoyarme, lo único malo es que no lo podría ver tan seguido porque vivía un poco lejos… en otro barrio a 30 minutos del mío, pero no me importó mucho porque eso no perjudicaría nada. Pasaban los días y yo lo empecé a querer cada día un poco más, al tiempo me enteré de que él me quería mucho y que le parecía re linda.
Pasaron los meses y llegó marzo, cuando empecé a ir al liceo, yo desde que hablaba con Marcos lo había visto solamente dos veces y las veces que lo vi nos conocíamos hacía poquito, pero cuando yo empecé a quererlo nunca más lo vi. Él me decía que un día me iba a ir a buscar al liceo y se iba a quedar un ratito conmigo… Yo siempre que me decía eso me ponía muy feliz porque yo sentía que él a mí también me seguía queriendo.
Un día una de mis amigas me prestó su celular para llamarlo, nunca había hablando con él por celular, tampoco había hablado con él en persona, entonces lo llamé y al principio me daba vergüenza hablar con él, pero después estuvimos un largo rato hablando hasta quedamos para vernos el fin de semana siguiente.
Ese mismo día sobre las 21:00 hablamos por Facebook como todos los días… Pero yo sentía que él estaba distinto conmigo, no era el mismo de siempre entonces le pregunté:
-Marcos ¿te pasa algo?
-Me siento raro
-¿Por qué?
-No te quiero lastimar
-¿Y por qué lo harías?
-Porque mira, yo a vos te re quiero, pero nunca podría llegar a estar contigo, porque si yo tengo una novia me gustaría verla siempre que quisiera y donde quisiera, yo a vos te extrañaría demasiado ya que vivimos lejos y no nos podríamos ver seguido, y yo si no te veo cuando quiero y seguido la pasaría re mal porque te extrañaría demasiado.
Entonces yo me puse muy mal cuando supe eso. Me puse a pensar y dije… ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué hizo todo eso? ¿Por qué habló conmigo por celular, por qué me decía que me quería, que me quería ver, que me iba a venir a buscar al liceo, que le parecía re linda, que quería darme un beso…? No sé por qué hizo eso, si desde un principio sabía que nunca íbamos a poder estar juntos…. Estoy seguro que todo lo que hizo fue solo para tener con quien hablar en el verano… porque todo eso pasó cuando empezaron las clases.
Siguieron pasando los meses y yo no podía olvidarle y un día me enteré de que tenía novia… ese día lloré como nunca lo había hecho, todo me recordaba a él, nunca había llorado por alguien delante de mis amigas y ese día lloré delante de ellas yo no quería hacerlo pero no pude guardarme esas ganas terribles de llorar.
Pasó mucho tiempo y le volví a hablar, yo pensé que ya lo había superado , que él ya no me importaba más, que podíamos llegar a ser amigos como en un principio… pero al parecer no era algo casi imposible, él parecía que no quería saber nada más de mí y entonces nunca más le hablé. El otro día apareció en mi inicio del Facebook una foto de ellos dos juntos abrazados diciendo que ya llevaban un mes juntos y fue ahí cuando me di cuenta de que nunca lo había superado, que lo seguía queriendo, que nada había cambiado, fue ver esa foto y automáticamente ponerme a llorar… Y al final lo bloqueé del Facebook para que ya no me aparecieran más cosas de él y la novia y no volverá a pasarme lo mismo…
Para mí eso fue amor, lo llegué a amar, no sé si lo sigo haciendo pero creo que eso fue amor verdadero y todavía pienso ¿cómo pudo hacerme eso? ¿Cómo puede haber gente así?

HISTORIAS DE AMOR

Los recuerdos siempre me llevan a ti

Han pasado los años pero sigues aquí…
Los años pasan pero los recuerdos siempre me llevan a ti, desde que todo acabó ha pasado tiempo ¡años! pero siento como si fuera ayer.
Creo que nunca podré olvidar a mi primer amor, ojalá pudiera saber cuán importante fue en mi vida, ojalá pudiera saber que aún lo recuerdo, que aún sonrío cuando recuerdo todas las locuras que cometíamos en nuestra época de colegio.
No sé si en algún momento de mi vida lo volveré a ver, pero desde que todo terminó no hay día en el cual no piense en nuestra relación, tan inocente, ingenua, tan sincera, tan de adolescente .. tal vez no sea mi primer novio, pero sí fue el chico que hizo sentir esas mariposas en mi tripa, sí fue el chico que sacó mil sonrisas sin motivo.
Nunca podría olvidar todo lo que vivimos juntos, desde la primera canción que me tocaste con tu guitarra en el patio del colegio y que me cantaste con tanto ánimo y nerviosismo ¡cómo olvidarla, imposible! .. “a donde tú vas te sigo, sólo por ti yo vivo eres mi obsesión, eres mi obsesión es por amor que estoy perdido en ti” ♫ o cómo olvidar la primera vez que nos besamos, fue tan mágico, tan dulce, tan inesperado, porque nunca pensé que correrías tan rápido del colegio al lugar donde estaba sólo para escuchar mi respuesta a tu pregunta: ¿Quieres intentarlo conmigo? Con el pasar de los años eso no se olvida, menos todas las veces que lo intentamos y no funciono, éramos niños e inmaduros, pero a pesar de todo dejaste una huella, una gran huella .. y ése es tu recuerdo.
Hay algunos días en los cuales me siento y lo primero que se viene a mi mente es tu recuerdo, tu rostro, tu bendita palabra que tenías pegada ¡PERO MUJER! y pienso en qué hubiera pasado si no hubiéramos sido tan inmaduros e intentarlo ¿seguiríamos juntos tal vez? Pero no tengo respuesta para ello porque por más amigos en común que tengamos nos hemos empeñado a no vernos, a alejarnos, como si tuviéramos temor a algo, pero el único deseo que tengo es volver a verte alguna vez de mi vida, no sé si ahora o en el futuro, pero encontrarte frente a frente, para sentir aquella sensación tan rica que me hacías sentir y decirte que si bien no fuiste mi primer pololo fuiste mi primer amor y lo seguirás siendo hasta el día en que muera, porque no puedo evitar recordarte.
Han pasado los años pero sigues aquí, ese dicho que dice: “nunca se ama como la primera vez” es verdad, no es necesario el contacto sexual e íntimo, pero no creo nunca poder amar como lo hice contigo, de manera tan devota y completa, me regalaste esa primera caricia, con sabor a amor, me enseñaste a sentir el amor, me enseñaste a que uno puede hacer cualquier locura por amor. A pesar de nuestra inocencia supimos amar, a pesar de nuestra a inmadurez supimos arriesgar y afrontar, a pesar de que hoy tengo una relación linda, al lado de un chico increíble, no puedo dejar de lado a mi primer amor, no puedo dejar de recordarlo, a pesar de los siete largos años que han pasado. Creo que hoy no será el último día en el cual los recuerdos me lleven a ti.

HISTORIAS DE AMOR :D

Desmemoria e infidelidad

Estuvimos, todo el tiempo, bajo una campana de cristal…
En otoño del hemisferio sur, del año 1975, partí para un largo viaje a la casa matriz de la empresa Olivetti, en la ciudad de Ivrea, en el norte de Italia.
Era mi segundo regreso a Europa en siete meses.
La estación templada y amena, con los árboles que habían perdido las hojas en el invierno ganando follaje nuevo, el césped creciendo y las flores abriéndose, eran una invitación, una provocación, una tentación, en los fines de semana libres, a haraganear por el panorama alpino que se desplegaba frente a mí, con solo asomarme a la ventana del hotel.
Pero privó la gana de visitar parientes y amigos, en la península.
En la tarde-noche del primer viernes en Italia, en auto alquilado, me dirigí por la Autopista del Sol a la ciudad de Perugia, donde nací, para reencontrarme con mi tía Irma, hermana de mi padre, su esposo Livio y otros ligados por lazos de consanguineidad y/o de amistad de mi infancia.
Ese sábado de tarde, después del almuerzo con los tíos, Fausto, Mario y yo, compinches de juegos desde los primeros pasos, nos juntamos en un bar del barrio, a compartir cerveza y vivencias pasadas y recientes.
De pronto llegó una joven que parecía conocerme desde siempre. Me trató afectuosamente, mencionó personas conocidas en común.
En mis ojos, percibió la nube que envolvía mi memoria y, ahí comentó burlona y divertida:
- ¡Eh!! Vos sabes quién soy yo. Como será que, más de una vez, dormimos juntos.
Los dos amigos rieron con ganas. Aún con esa íntima revelación, yo no tenía la menor idea de quién era ella, cosa que tuve que confesar, con incomodidad.
Ella, en cambio, no perdió la sonrisa, el espíritu deportivo, el fair-play:
- ¿Olvidaste los veranos en que Marisa me llevaba a tu departamento o Anna te llevaba a mi casa y de las veces que, agotados de jugar toda la tarde, nos dormíamos en la misma cama? -
Fue mi turno de reír:
¿Paola?…¡Paola Boccali!!! –
- ¡Por fin!!! Te acordaste de una amiga de la infancia, ¡Que no se diga!! ¡No se lo digan a nadie! Pensé que estabas en esa brumosa tierra de nadie que queda después de la tercera jarra de cerveza -
Me dio un sonoro beso en la mejilla, se sentó en la silla que le ofrecí, bebió un sorbo de cerveza de mi jarra y, en pocas palabras, indagó que estaba haciendo en el país después de dos décadas.
Le resumí, conciso, mi programa de trabajo y de breves visitas de fin de semana a los parientes y conocidos en la cuidad y en Roma.
Lejos de darse por satisfecha, sonriendo dijo que teníamos mucho que hablar, después de tanto tiempo, y:
Mira, Marisa y mamá saben que estás aquí y les gustaría volver a verte, saludarte y conversar con vos. Yo ni que hablar. Ni bien termines con este par de “plomos”, vení para casa ¿Si?. Te vamos a estar esperando -
Más plomo será tu padre… – retrucó, riendo,  Mario.
Se incorporó, sin esperar respuesta y salió del bar, en compañía de mi mirada de apreciación:
-     ¡Paola!!..¡No puedo creerlo!!..-
Te interesa la chica ¿ehhh? Bonita, pero tan extraña. Rara – dijo Mario.
¿Extraña? ¿Rara? ¿Por qué? -
No sé. Vive con el troglodita del marido, que sólo muestra interés por el fútbol y por coger allí y acullá, y ella no le mete los cuernos. -
¿Troglodita? ¡No exageres! –
No. No es un modo de decir, es, propiamente, un cavernícola. Babea. Si no corre atrás de una pelota corre atrás de cualquier pollera o, y no es insólito, paga por putas. -
Yo había ido a mi ciudad natal con el único fin de compartir unas horas con los parientes y amigos. ¿Qué fue suficiente para pulverizar ese propósito? Un par de detalles  pequeñísimos pero decisivos: una sonrisa y dos ojos.
Suspiré. Qué linda mujer, qué elegancia de modos, de gestos. ¿Qué la hacía tan atrayente? No, no era sólo su físico (rasgos delicados, cabellos rubios largos lacios, delgada –no esquelética- cola y lolas paraditas, piernas admirables) sino su donaire: su soltura y agilidad airosa de cuerpo para andar.
“¿Quién al encontrarse con una flor de esas,  no intentaría cortarla?”,  pensé.
Luego para los amigos: ¡Qué regalo para la vista, la piba! –
¡Seguro! No la reconociste porque de chiquita era flaquita y desgarbada. En pocos años ella creció todo de una vez, su cuerpo, senos, caderas, piernas se llenaron y, a partir de los catorce o quince los “vagos” comenzaron a “tirarle los perros”. – explicó Fausto.
Así fue. Hasta que un día, de eso hace siete u ocho años se casó con ese tipo, desagradable, de Perugia, y allá se fue a vivir. ¡Nadie podía creerlo!…… Hoy sí está en casa de los padres, con las crías, es porque el marido viajó otra vez, seguro. – agregó Mario
Transcurrida, aproximadamente, una hora más de conversación con los dos amigos, accioné el timbre del portón número 46 de la Via Volunnia, de la casa de dos plantas de los Boccali.
Las tres mujeres, Marisa, Paola y la madre Rina, me recibieron con un toque de ternura. Era una tarde gloriosa, sirvieron café en el jardín, indagaron, prudentes, sobre una cuantidad de temas: mi hermana Anna, mis padres, mi familia, lo que me parecía (experimentaba) al reencontrarme con los parientes, el barrio, la ciudad e Italia. Hablé largamente, había tanta paz en aquel césped y canteros bien tratados y bañados por el sol de mayo, el imán de la voz, del rostro y del cuerpo, de Paola me atraía en grado tal  y la charla era tan amable, que simplemente no tenía ganas de terminarla.
Experimentaba placer en compartir con las tres mujeres ese atardecer, las incontables tazas de café y una pocas copitas de “amaretto”. Tampoco ellas tenían prisa, ese día la cena  no era para hora fija, ni debían producirse para salida o compromiso social.  Los maridos habían viajado: el de Marisa a Francia por un problema de salud de su madre que vivía allá, el de Paola (en sus ojos percibí malestar y resentimiento por una ofensa o una fea pelea. El hombre no partió con la “bendición” de su mujer) había acompañado al club local de fútbol para un partido de fin de semana en Trieste, a casi mil kilómetros, y volvía la noche del día siguiente. El padre de las dos chicas estaba de cacería,  con amigos.
Cuando juzgué indecente permanecer en la casa, me erguí y me despedí. Paola se ofreció para acompañarme a la puerta. En el corredor ella se detuvo y, con sus ojos fijos en los míos, dijo súbitamente:
- Qué bueno que estés aquí, Carlo!! –
- Qué bueno estar nuevamente en tu compañía!! – respondí bajito.
La naturaleza humana no es moralmente binaria. Ni siquiera la división biológica está garantizada. Los científicos demoraron años en descubrirlo, pero ahora saben que hay cuerpos que son una mixtura de dos (femme+femme, homme+homme, femme+homme)  por un ménage à quatre entre células sexuales: dos óvulos y dos espermatozoides. Se denominan quimeras, (los griegos les decían así a una criatura, mitológica, formada con partes de diferentes animales).
Pensar un mundo moralmente peinado, alineado: en un lado los buenos en el otro los malos, con cara y ceca como una moneda, es irreal. La vida es despeinada. No estamos vacunados contra las impulsiones. No nacemos sin debilidades como pensaba Rousseau.
Que tengamos una idea del bien no significa que seamos siempre correctos, buenos.
Nos encontrábamos los dos muy próximos debido a lo estrecho del lugar. Se unieron las mejillas y también, levemente, los cuerpos en un abrazo. Mi mano pasó de acariciar su cabello, a darle palmaditas tiernas en la espalda y, empujada por el pasajero abandono a los instintos, hasta sus nalgas. Tuvo un sobresalto, pareció transformarse en gata bravía pero sólo me lanzó una mirada de reprobación. Fue un instante, enseguida suavizó la expresión del rostro:
No hagas eso Carlo, soy casada con hijos y vos estás casado con hijos. No caben esas cosas…-
¡Perdóname!…..Pero….escúchame Paola: mi espíritu anduvo inquieto, hoy a partir del momento en que nos vimos, en el bar. Ni hablar de lo cautivado que estoy en este instante, es devorante la sugestión interior que me genera tu presencia.
Mientras hablaba, jugamos a los ciclopes: ella dejó que, en cada uno, los dos ojos se fundiesen en un ojo único y que las bocas se acercaran hasta que nuestros labios estuviesen a milímetros, antes de girar la cabeza y recibir el beso, que tenía otro destino, en la mejilla.
- ¡Basta Carlo!!! Del modo que están yendo las cosas…. no sé dónde todo esto va a ir a parar -
- Sea lo que vos queres! Me quedo en el molde… – bajé los brazos y, encaré por otro flanco:
- Ahora  es tu turno de hacerme una visita a mi departamento. – le soplé en el oído.
- ¡No hables de eso!! La tierna edad ya fue para los dos. Ya no tenemos cinco años, ni diez, ni…..ni aún es verano.- replicó tirando su cabeza hacia atrás y fijando sus ojos en mis ojos.
- Son sólo veinte años más y, quién sabe, si la primavera no es tan buena como el verano para nuestros juegos. –
Después de una pausa:
- ¿Vos crees?… Dejá de jugar con fuego….. No va a dar para…..–
Coloqué el dedo índice sobre sus labios, a modo de impedirle la réplica:
Estoy convencido….Va a dar, da con certeza para unos minutos a solas sin artificio, sin disfrazar la naturaleza!….-
Y, sin intervalo, añadí:
-   Todas las cosas ocurren un número limitado de veces, en realidad muy pocas veces…¿Cuántas noches como esta quedan en el futuro para nosotros? ¡No dejemos que se pierda!!-
-   Después de cena, preparo cafecito y me quedo a esperarte….¿Sí?…¡Ah!! Y voy a encargar  una luna llena para vos. ¿Te imaginas la vista por la ventana de la sala?… además del murmullo de la galaxia de Andrómeda, del deslizar de los peces en el Tevere, vamos a oír susurros en la luna…….¡Chau! –
Juraría que ella besó mi dedo.
Por lo general uno se da cuenta cuando una mujer va a aceptarlo, o es probable que lo haga, no necesita el “sí” de ella.
En esa situación yo tenía algunas cuestiones que resolver.
Con el auto me fui en búsqueda de una farmacia, lejos del barrio. Mientras manejaba peleé con mi mundo interior: debía aquietar mi conciencia:
“…..no debería……por Mirtha… es una guachada…”
“…..pero ella…ella  tuvo su resbalón…su desliz…”
“…. tragué el sapo,….”
“….sé que la carne es débil…”
“….quien ama de verdad no conoce la palabra “acabó.”
“…..es parte tan profunda de mi ser que no me imagino sin ella…-“
“…..todo bien….pero no soy de fierro…”
“…..y la verdad tengo una sed abrasadora por Paola….- ”
“…..será engaño….cierto, pero no será otra cosa que dar, un poco más de vuelto….”
“…..con la misma moneda……sólo eso…”.
Compré preservativos y volví para casa. Enseguida fui a deshacer lo planeado con los amigos para esa noche, alegando disfunción estomacal por la repetidas jarras de cerveza, tazas de café y demás, para que ellos no se enteraran del, posible, encuentro con Paola.
¡Vaya a saber si me creyeron! Eso sí, actuaron como sí.
Todo quedó preparado. Después de cenar, los tíos,  ya ancianos, quedaron  agradecidos a mi “estado de fatiga provocado por el viaje” que les permitía acostarse temprano.
A eso de las nueve sonó el timbre y bajé los peldaños de la escalera. Marisa saludó con un gesto con la mano y desapareció, sin decir nada.
La ropa de Paola era sencilla, pero sugería que ella se había vestido con esmero y producido minuciosamente el rostro bonito, ahora levemente ruborizado por lo embarazoso de la circunstancia.
¡Hola! Linda
¡Hola!
La tomé de la mano, amagó resistirse a dejarse llevar. Entró, al fin, y cerré el portón:
- No estoy segura de haber hecho bien en venir. No es correcto…-
- ¡¡ shhh!!… No hablemos aquí; podemos despertar a los tíos……-
Subimos callados. Ella, como yo, había tenido su lucha interior; y, todavía la tenía.
Nerviosa, tensa, con una voz trémula y un hablar esquizofrénico que, a falta de sujeto lo reponía en cada paso, obsesivamente intentaba hacer claro o inteligible su estado de ansiedad:
Yo no debería estar ahora a solas con vos, Carlo…..sin embargo estoy. Yo, no debía venir… no. Cuando le comenté a Marisa de la locura que me propusiste, no me dijo: “vos no vas a ir” como yo esperaba, sino: “¡Qué bien!…” y yo: “Pero es una locura” y Marisa de nuevo: “tal vez sea una locura…pero uno de los ingredientes de la vida es una porción de descontrol, de no darle bola a la razón…¿Qué mal hay en unos minutos a solas?…. te cuido los chicos.” y yo, ya lo ves, no supe substraerme a las ganas estar más tiempo en tu compañía, y,…. aquí estoy.
¡Felizmente Paola!! Tranquila, no va suceder nada que vos no desees que acontezca –
Posición de vanguardia la de Marisa. Supongo que consiguió derrotar las dudas de la hermana, vaya uno a saber con cuáles otros argumentos… quizás en el comportamiento impropio del marido estuvo el sosiego de la conciencia de Paola para dejarse llevar.
Nos sentamos en el sofá, los dos juntos, con las tacitas de café caliente en las manos.
El lamento-confesión-disculpa de Paola daba para “entrar con los botines de punta” sin muchos preliminares, pero esa noche, como cada dos por tres me ocurre,  me volvió la tonta sensación de que nunca fuimos expulsados del Paraíso Terrenal, que todavía podemos tomar los frutos del árbol del bien, lo que es un burdo engaño del alma, ya que estamos hechos de fantasías pero también de barro.
Lo extraño es que, a veces, nuestra naturaleza de arcilla y sueños desencadena en nosotros lo imprevisto: el momento era para desenfreno de los instintos, daba para satisfacer la vana soberbia de macho sin dilaciones. A pesar de eso en el encuentro hubo música (del viejo toca-discos portátil de la tía Irma, romántica sin cura ni vacuna), cafecitos, recuerdos de aquello que vivimos en la niñez.
Vino después “lo que habría acontecido si….”, la realidad como jamás había sido, y experimentamos la nostalgia de las cosas que no vivimos, del ido amor mutuo que no sentimos, del fluir de los días, que no fluyeron, plenos,  juntos los dos  en ese pedazo perfecto del mundo de donde me arrancó el destino.
Estuvimos, todo el tiempo, bajo una campana de cristal, ignorando la realidad tal cual era, hablando sólo de nosotros dos.
Era ya casi domingo cuando la arcilla pidió su parte: ralearon las palabras, latieron los pechos, las miradas chocaron repletas de promesas silenciosas, se mezclaron los alientos, los labios fueron al encuentro de los labios, las manos, cada vez más osadas, recorrieron los cuerpos.
Gigliola Cinquetti cantaba en italiano “A Vie en Rose” desde un viejo elepé al lado del sofá, cuando le solté la blusa, la pollera y la enagua. Las ropas cayeron a los pies. Ella, con sólo sus dos prendas íntimas, me pareció…. Era, sin dudas, suntuosa.
No duraron mucho tiempo, en su lugar, las dos últimas piezas de su vestuario. Cada una de las mías, tampoco.
Su seno, libre del corpiño e inmune a la ley de gravedad, nubló mi mente de placer cuando mis dedos vagaron por él y juguetearon con los pezones erectos, mientras con delicadeza, la iba llevando, ella de espaldas, paso a paso hasta el dormitorio.
La antigua cama de nogal, de mis padres, desacostumbrada a la índole de las solicitaciones, acompañó con quejidos – un “frique…frique…frique..” de alguna unión floja- los gemidos, suspiros y frases truncas de Paola.
Éramos los dos atolondradamente jóvenes, presas de un torbellino de pasión, inundados por los sentidos, en esa nuestra primera comunión de cuerpos y almas de esa noche. Con su mano, ella, impidió, en dos o tres ocasiones, que su boca exteriorizase, a viva voz, el éxtasis que desde su entrepierna se adueñaba de todo su cuerpo, mente y espíritu.
Aplacado, momentáneamente por el epílogo, el hervor de las sangres, Paola se sinceró sobre su realidad actual, sobre su matrimonio que le perturbaba el ánimo y el equilibrio nervioso. Creo que, además de hacer catarsis quiso decirme que estaba ahí conmigo, no sólo por mí, ni por “loca de abajo”, sí por búsqueda de contención y por las ofensas y el menoscabo de su marido. No sé cuánto, con mis argumentos y consideraciones, conseguí aliviarle la pena y aflicción.
Las lágrimas cesaron y, poco a poco, se reavivaron las brasas que el sinceramiento de ella había cubierto de cenizas. Hubo una segunda y una tercera, y última, intromisión de mi carne dura en su intimidad fogosa, tan o más ardientes y placenteras que la inicial.
Al separarnos a minutos del amanecer, en el portón de su casa, ella dijo aquella frase que hombre alguno, en tiempo alguno, puede olvidar.
De vuelta al departamento, me sentí, simultáneamente, deslumbrado por la sublimación de los sentidos experimentada y un poco ruin por la transgresión, Por momentos no conseguí separar una cosa de la otra y la percepción era, levemente, agridulce.
Supe, – no de su boca porque no volví a verla ni durante ese viaje ni varios otros que le siguieron – con el correr de los años, que Paola abandonó el tipo de Perugia, que no la merecía y que se trasladó a Florencia,  donde convivía, al parecer contenta, con otro hombre.
Tal vez, de tanto en tanto, también ella, como yo, reinvente de esa noche de plenitud, que no debería haber acontecido, palabras, gestos, silencios, caricias, alientos, latidos, delirios.
Tal vez ella también hizo la tentativa de que el hechizo se convirtiese en palabras y advirtió, como yo, que las palabras casi nunca describen lo mejor de lo que nos sucede,  que lo mejor de lo que nos sucede no se escribe, se siente; se comparte, no se comunica; no se relata, se vive.
Aquella frase de despedida, ahora la recupero en el desván de mi desmemoria, sin que reste uno sólo de los sonidos de que se construía entonces, en el portón de su casa de soltera. Sólo las palabras.
PD: Pasaron 25 años. Quiso la casualidad que nuestros caminos se cruzasen nuevamente. Volver a ver a Paola fue un placer anímico, casi una inyección intravenosa en el alma y, a despecho de los años transcurridos, estético también.
Ella volvió a invitarme al número 46 de Via Volunnia para conversar con ella y Marisa.
¿Y tu mamá?- indagué.
Mamá, por los años, sólo muy de vez en cuando, se sitúa en la realidad – avisó.
Las tres mujeres, ya viudas, no tenían hora fija para cenar. Fue placentero compartir con ellas el atardecer sin apuros, algunas tazas de café y copitas  de “vino santo”.
Era oscuro cuando me erguí, no acepté la invitación para cenar, alegando compromiso con mis tíos y otros parientes, y me despedí.
Rina, la madre de ambas, más para allá que para acá, estaba contando historias del difunto por décima vez sólo esa tarde.
Paola se ofreció para acompañarme a la puerta. En el corredor se detuvo y, con sus ojos fijos en los míos, murmuró:
- ¡Qué bueno que estuviste, de nuevo, aquí, Carlo!!…-
Nuestros cuerpos se unieron en un abrazo, afectuoso y aséptico. Ella susurró, como en secreto:
- Destino injusto el nuestro: compartimos buena parte de los primeros 10 años de nuestras vidas y sólo dos encuentros fugaces en casi cinco décadas. ….-
-¿No te parece que es poco… demasiado poco, para nosotros?…. -
Por la comisura de sus párpados entreví un brillo de lágrimas. Apoyó, levemente, sus labios en los míos y agregó:
- Buscame cuando vuelvas a Perugia… Juralo…¿Sí?…. Así tendré algo más tuyo…. –
¿Había margen para algo más? No lo sé, nunca lo sabré. Lo cierto es que me volvió la tonta sensación de que nunca fuimos expulsados del Paraíso Terrenal.
-   No lo dudes….- respondí y salí a la noche fría y con nevisca, de fin de noviembre de 1995.
¿Tendremos alguna otra oportunidad de contemplar, juntos, la luna llena en primavera, y escuchar el deslizar de los peces en el Tevere? – pensé.
No sentí frío, sólo una sensación de pérdida indeterminada.

UNA LEYENDA ;/

Una de las leyendas más misteriosas del mundo de los videojuegos es una que afirma que hay un antiguo juego que provocaba amnesias y suicidios entre sus jugadores. No existe ninguna prueba concreta de esta afirmación, pero la leyenda continúa suscitando curiosidades y excitando lo imaginario. El juego en cuestión era el Polybius, un especie de arcade aparecido en 1981, creado por Ed Rottberg para la sociedad Sinneslöschen.

En la época, Polybius (juego adaptado de otro juego llamado “Tempest”) tuvo un éxito importante y mucha gente se amontonaba delante de la máquina esperando su turno para jugar. Sin embargo, al cabo de unos días, numerosos jugadores se quejaron de padecer amnesias, cefaleas, pesadillas, insomnio y algunos, incluso, llegaron a intentar suicidarse.

Muchas son las leyendas que se dispararon alrededor del videojuego: muchos aseguraron ver a hombres vestidos con trajes negros tomando notas de los jugadores que más puntuaciones hacían. Otros aseguraban haber visto "caras fantasmales" que recorrían la pantalla. También están los que en mitad del juego han visto mensajes subliminales, entre los que el más destacado es “suicídate”. Voces bajo el sonido del juego, quejidos de pánico,… la rumorología se extendió.

Atari arroja algo de luz al asunto diciendo que el procedimiento empleado tanto en Tempest como en Polybius, que consistía en hacer girar el decorado alrededor de un elemento fijo, podía llegar a causar náuseas entre los jugadores.

HISTORIAS DE TERROR :/

                                                                             Vigila las patatas

En una pequeña ciudad de España, un padre que tiene un pequeño bar, contrata a su hijo en verano para que le eche una mano con los turistas que llegan a la ciudad en esas fechas. El hijo no es muy trabajador, de hecho es bastante despiste, por lo que su padre le encomienda pocas tareas y todas ellas fáciles.
Una tarde-noche, con el bar aún vacio, el padre debía ausentarse una media hora, por lo que dejó encargado del bar a su hijo. No había nadie, por lo que lo único que tenía que hacer era prestar atención a unas patatas fritas que había dejado friendo en la freidora. El chico le dice que no se preocupe, pero viendo un partido de fútbol que echaban por la tele se olvida de las patatas. El teléfono suena a los pocos minutos y al responder oye una voz que le dice "vigila la freidora" y cuelga.
Leyendas urbanas: Vigila las patatas
El chico piensa que es una broma del padre, pensando que se le habían olvidado las patatas. Pero aún era pronto para ir a verlas, por lo que sigue mirando el partido. Pocos minutos más tarde vuelve a sonar el teléfono. Lo vuelve a coger y es la misma voz de antes con la misma advertencia. Aún no es hora de sacarlas, pero alertado por esas dos extrañas llamadas de teléfono, decide ir a ver qué es lo que pasa.
Una vez delante de la freidora se da cuenta de lo que le advertía el teléfono. Al levantar la cesta de las patatas, descubrió la cabeza de su padre, medio frita.